Realizarnos una limpieza facial profunda en forma periódica (al menos una vez por mes) ayuda a recuperar la salud de la piel.
Día a día, las impurezas producidas por el propio organismo y la contaminación del ambiente se van depositando en la piel. Y si no las eliminamos mediante un tratamiento, podrían causar envejecimiento prematuro, manchas o infecciones.
Con la limpieza facial exfoliamos la capa superficial de la capa cornea y quitamos las células muertas, quedando la piel más trasparente, traslúcida y obligando a la formación de nuevas células.
La limpieza profunda es el primer tratamiento de belleza necesario para que cualquier posterior tratamiento facial o crema funcione correctamente.
Se realiza durante todo el año en una sesión de una hora de duración y para mantener los resultados siempre es recomendable llevar una serie de rutinas diarias mínimas.
Por ejemplo, es imprescindible desmaquillarse todos los días antes de irse a la cama y usar un hidratante que se ajuste a tu tipo de piel.
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